Sr. Presidente, con el mayor de los respetos que merece su embestidura y dejando las diferencias políticas de lado me parece importante manifestar mi descontento y preocupación por las palabras utilizadas en relación con las personas con discapacidad.

En primer lugar destacar que las personas con discapacidad no tienen capacidades diferentes, como las tazas, los pocillos o las ollas.
La expresión persona con discapacidad proviene del modelo social de la discapacidad, que pone en primer lugar a la persona y dice que la persona tiene discapacidad (una característica de la persona, entre muchas otras). Desde esta visión, la discapacidad queda definida por la relación de la persona con las barreras que le pone el entorno. Esta terminología está sustentada por la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y lo importante es que las mismas personas con discapacidad han sido las que participaron en su formulación.
Por su parte, hablar de “capacidades diferentes” es un eufemismo que no reconoce la diversidad, ya que al fin y al cabo, todos tenemos capacidades diferentes.
En segundo término las personas con discapacidad al igual que las demás personas, entienden la situación en la que nos encontramos, en todo caso aquellas personas con alguna discapacidad intelectual necesita apoyos para poder acceder a esta información, es por eso que la afirmación de que “las persona con discapacidad no puedan entender” es realmente estigmatizante.
Es muy difícil aprender si te enseñan pensando que no vas a lograrlo y es realmente preocupante saber que el referente máximo de nuestra República pueda referirse de este modo, cuesta creer que dentro de su equipo de trabajo no tengan alguien que pueda asesorarlo en materia de discapacidad.
Estas simples palabras que pueden ser una anécdota hacen sufrir a Miles de familias que día a día luchan a destajo por la inclusión educativa, social y laboral; Como así también a los docentes que día a día buscan la manera de romper con las barreras actitudinales de la sociedad.
Y por último permítame informarle que, una EDUCACION INCLUSIVA sostiene que todos podemos aprender si nos dan los apoyos necesarios, y éstos los tiene que brindar el Estado.
Sr. Presidente no tome a mal mis palabras, ni tampoco piense que la política partidaria influye en esta carta, pues créame que soy un defensor incansable de los derechos de las PERSONAS CON DISCAPACIDAD.
Sin otro particular y a la espera de acciones para lograr una sociedad con más empatía, amigable e inclusiva, saluda a Ud. Atte.
Damián M. Berti